(SP) Terrícolas . . .

Terricolas . . .

Que tal, terrícolas. Bill Clinton aquí. No, no el mismo Clinton que seguro se les proyecta en sus cerebros subdesarrollados, pero otro, uno que vive en el polo norte de la luna. Sí, para ustedes soy un extraterrestre o planetario, como más les guste. Igual, les aseguro que eso obedece al punto de vista. Y no estoy solo. Aquí somos varios y escogemos nombres de personas conocidas en el planeta que ustedes llaman Tierra. Ya que el planeta es ¾ agua, no nos imaginamos porqué llaman a su planeta de esa manera, pero eso es punto aparte. Además con todas las otras inconsistencias, ni siquiera llama la atención. Quiero decir que no es la pregunta más urgente para nosotros.

La razón de cambiar de nombre es simple: tenemos poco que hacer y cualquier diversión es bienvenida. La razón de vivir en el polo norte es porque en la luna escasea el agua y el polo un lugar donde se encuentra lo poco que hay. Nosotros, igual que ustedes necesitamos agua, aunque nunca tanto. No estamos aquí para criticar, si así fuera, estaríamos trabajando a doble jornada, pero a nuestro modo de ver, pareciera que usan agua asumiendo que es un recurso ilimitado . . . bueno, ya aprenderán.

La luna como ya saben, modela una sola cara hacia la tierra, siempre la misma y aquí en el polo tenemos privacidad. (No queremos todos los telescopios del planeta mirando en nuestra dirección). Eso sí, que al mismo tiempo tenemos antenas para mantenernos al día con lo que ocurre en vuestro planeta, a no ser que estemos de visita. A propósito, doblar una onda de radio, o de luz, no es tan fácil como ese tal Einstein proponía. Así todo, el tipo tenía buenas ideas. Menciono al señor Einstein ya que nuestro propósito era venir a ver si en este sector había señales de vida inteligente, y cuando descubrimos al señor Einstein pensamos que podíamos decir que si, marcar el planeta como listo para la segunda etapa en el desarrollo de la galaxia y después irnos a otro sector, nuestra misión ya cumplida. Por lo visto, él era único.

El esfuerzo, pienso yo, no ha sido una pérdida total de tiempo. Siempre es bueno saber que hay y que no hay. Una cosa que les puedo decir es que se necesita inteligencia para encontrar inteligencia. Quizás la razón que ustedes todavía la buscan. ¿Han pensado en eso? ¿No? No me extraña.

Les cuento que entre nosotros igual que en Tierra, no faltan los chistosos. Hay uno aquí que se llama Jesús. Dice que se llama así, porque según él, ustedes terrícolas se matan todos los días en su nombre: unos a favor, otros en contra. Y no es algo reciente, según nuestro Jesús, la cosa de matar al prójimo tiene mucho recorrido: piensa que es una costumbre o una tradición y le parece tan extraña, tan descabellada, que tomó ese nombre. Igual, estamos estudiando esa costumbre. Vaya a saber uno que inspira a algunas personas desnucar a otras, o en el caso de Jesús, a elegir ese nombre. Y no solamente eso, pero a nuestro Jesús le dio por decirle a todos “hermano” y bendecir. Pasa los ratos de ocio caminando por los pasillos bendiciendo a todo y todos. “Que Dios te ampare hermano” o “bendito seas, hermano”, y así.  Como ven, da risa ver a lo que hemos llegado.

Una piedra que encontré, me gustó y la traje adentro, e igual esta bendita o bendecida por él, no estoy seguro de la palabra exacta. También tenemos a un Napoleón. Es el más chaparrito entre nosotros y siempre anda con la mano adentro de la chaqueta. Ojo, no usamos chaqueta, pero él se hizo una con el propósito de meter la mano adentro. Como ya dije, hay cada chistoso. Padecemos de un Hitler además y como se pueden imaginar, le falta sentido de humor ‒ mi opinión es que no tiene: siempre anda enojado con todos y más que nada, con Jesús, diciendo que es un judío tal por cual, y que se yo. Hitler nunca escasea de quejas y obvio que no le gusta que lo bendigan a cada rato. Eso se entiende. Lo que sí, entre nosotros nunca llega a más. Eso lo aprendimos hace mucho tiempo.

Los más positivos entre nosotros dicen que no está todo perdido, que nos mandaron a encontrar vida inteligente y que hasta el momento por lo menos hemos encontrado vida. Es decir, según ellos, estamos al 50%. Algo es algo.

Lo que llama la atención es lo corto que es la vida humana, sin embargo, siempre están tratando de acortarla más: una persona lleva a su familia a misa, buscando, según ellos, “la vida eterna” y no falta el ocurrente que saca la pistola o ametralladora y los manda a la eternidad ese mismo día. De eso no sabemos que pensar.

Llegamos hace 500 años. Un instante para nosotros, pero un largo rato para ustedes. Llegamos cuando los europeos estaban recién empezando a transportar esclavos de África a lo que ellos llamaban el Nuevo Mundo, que fue una sorpresa para todos los que ya vivían ahí, los cuales, según me contaron, habrían preferidos que los dejaran tranquilos. Pero no, tenían que “descubrirlos” y “conquistarlos” ‒ supongo no quedaba otra. Pero bueno, dejemos eso para otro día. Volviendo a los esclavos: está demás decir que a ellos tampoco les gustó. Incluso para nada. Eso lo puedo decir con exactitud ya que yo estaba ahí, presente, presenciando el espectáculo. Y que espectáculo que era. La misma gente que se llenaba la boca hablando de la libertad, de compasión, del espíritu humano, diciendo que todos los hombres eran creados iguales y por parejo, con el mismo derecho a encontrar la felicidad, se la pasaban comprando y vendiendo esclavos igual que ganado, pero claro está, a un precio mucho más favorable y sin ninguna consideración a la libertad o espíritu de ellos y menos de sus familias, hijos, esposas, etc.; de eso, cero. Como será que nos sorprendió a nosotros y habiendo visto todo tipo de tratos en la galaxia, les puedo decir con confianza que este era fuera de serie. Los esclavos una vez embarcados, por lo general nunca volvían a ver sus tierras, o sus familias. Y si no les gustaba el trato abordo, los echaban al agua sin ton ni son. Los tiburones en el agua, más apiadados que los mandamases en cubierta, cuidaban los barcos día y noche, siempre con la esperanza de recibir otro amotinado. Y nunca tuvieron que esperar mucho.

Para nosotros “racionalizar” es la invención más ingeniosa del hombre. Con eso se puede hacer todo. Con eso todo es posible y si alguien de autoridad dice que los negros no son gente, que no son siquiera hombres, ¡yasta! presto, todo bien, no hay que pensarlo más. Eso de no pensarlo más, supongo, la razón que todavía estamos aquí. Pero bien, nosotros ya descubrimos como amansar el tiempo y no nos falta, es decir nos sobra y tenemos cualquier cantidad.

Otra cosa que ahora tenemos en gran cantidad, son preguntas, junto con pocas respuestas. Cada vez que contestamos una pregunta, brotan diez. Así todo, vamos a esperar un tiempo más. En el fondo, nos eligieron para este trabajo por ser sufridos y optimistas. Ahora entiendo la razón.

bc