A los ríos del mundo, que inspiran, renuevan, refrescan y reviven, contagiando el espíritu con aventuras por venir y la magia de lo desconocido, al mismo tiempo que no se olvidan de seguir su acostumbrado recorrido rumbo al mar.
Como será que a veces remando
me pregunto que si no es por esto ¿qué haría?
Y la verdad no tengo respuesta,
sin mi río, no sé me ocurre de mí qué sería.
Y si es que rezo de vez en cuando,
no es para pedir salvación,
ni mucho menos protección.
Yo no pido ninguna ayuda o garantía.
Yo rezo para que esto siga siempre,
y no se acabe: es como una precaución.
Me dicen que las penas, Dios me las dio,
y hasta el momento lo más bien que las aguanto.
Con mi canto les cuento, y quiero que sepan
que cuando me canse de este mundo,
no se las dejo a otro, pero me las llevo todas,
río abajo y remando.
Canto del río