Cambio de rubro.
Estoy jugando con la idea de convertirme en un gran filósofo. ¿Y por qué no? Pienso que si digo la verdad, fuera de repetir las grandes verdades, nadie me va a escuchar y me van a dejar en paz, por fin. Resulta que la verdad, una vez lo único que importaba, pasó de moda y nadie se dio cuenta. En un abrir y cerrar de ojos, ¡Zas! quedó obsoleta. Ahora nos atraen las grandes mentiras, las farsas, las apariencias. Pienso que es lo más natural, ya que todo tiene su ciclo y ahora existimos en otra esquina del espectro, o como lo llamamos nosotros filósofos, el continuo. Tal vez en unos cuantos siglos vuelve a la esquina opuesta donde reside la verdad. O quizás no. ¿Quién sabe? La mentira puede ser todo un evento, nuevo y excitante el cual una vez establecido zarandea hacia el futuro mejor que la verdad. ¿Quién dijo que se trataba de la verdad, toda la verdad y nada más? y si alguien lo dijo, ¿quién era él sabelotodo para decir eso? A mí modo de ver, el porvenir de la verdad está en decadencia, cada día más y más: si tuviera acciones en esa empresa, ya las hubiera vendido, antes que toque fondo y pierda la inversión. Mientras, el futuro de la mentira está subiendo, impulsado por noticias falsas, insinuaciones ilusorias, indirectas fabricadas, y así, bien encaminado y alcanzando su día de gloria. Resumiendo: el futuro de la mentira se disparó por el techo y llega a las nubes.
Todo esto sirve para complicar las cosas, especialmente a uno tratando de ser filósofo, mi meta original. Ahora pienso ser un místico en vez. Es más difícil estar equivocado siendo místico ya que según tengo entendido, dicen menos. Y eso puede ser una verdad, lo que confunde más aún. Igual, ser un místico no es tan así nomás: hay que practicar y hay pocos que dan el ejemplo.
Conforme, estoy entusiasmado. ¡Adelante y arriba, digo yo! El pasado ni siquiera ha pasado pero el futuro ya está aquí y hay que aprovecharlo.
mt