Se cuenta que cuando los Chilenos llegaron al pequeño pueblo de Calama en Bolivia (1879 – 1880), con sus 135 ciudadanos y unos pocos soldados encargados de la defensa y todos mal armados, todos huyeron. Todos menos un valiente que siguió disparando, defendiendo su pueblo y su honor. El capitán Chileno le pidió que se rinda a lo cual él respondió: “Mejor que se rinda tu abuela, desgraciados,” o algo por el estilo. Lo mataron. Se cuenta también que en otra ocasión, un soldado Chileno se encontró al descubierto con balas zumbando a su alrededor. No obstante la orden de “Al ataque!” encontró una piedra justo de su porte detrás de la cual se refugió. Diez segundos después llegó su capitán a la misma piedra y con las mismas intenciones. El soldado sin vacilar le dijo a su superior, “Sorry, mi capitán, pero yo la vi primero.” Lo mataron.
Moraleja: Los valientes, los que defienden su honor, igual que su cuero cabelludo, pagan el precio. No obstante, y contra viento y marea, los valientes cumplen con su deber.
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